Algunos seres construyen espacios con palabras y nos legan un lugar, aparte de lo físico, donde habitar. (¿Cómo estar ahí? una lectura puede darse en pasaje y llevarnos a ese otro lado.) Puedo asegurar que Las ruinas circulares de Borges causó una impresión teletransportadora a un hombre que lo leyó.
“Tengo insomnio” -dijo el hombre. Dijo y pudo haber dicho que lo sufría. Pero él no lo sufre, lo tiene, lo retiene, se alimenta de la oscuridad que no lo deja dormir. Aprovecha y lee a Borges:
“Tengo insomnio” -dijo el hombre. Dijo y pudo haber dicho que lo sufría. Pero él no lo sufre, lo tiene, lo retiene, se alimenta de la oscuridad que no lo deja dormir. Aprovecha y lee a Borges:
En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.
El que no duerme se muerde apenas el brazo con el que tiene el libro, después gira la cabeza y clava los dientes en la almohada.
No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo!
No puedo seguir con esto, no podría escribir de algo tan distante. Él se fue lejos, está dormido.
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